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Marruecos
Habitado desde la era neolítica, Marruecos es un lugar antiguo receptor de experiencias culturales que le dan una personalidad sobresaliente llena de dignidad y de historia.
La llegada del Islam en el siglo VII significó su incorporación a las grandes corrientes del pensamiento y el desarrollo de esos tiempos y marcó, hasta nuestros días ,el carácter de su cultura. Es un pueblo berber y árabe.
El conquistador árabe de Marruecos fue un compañero del Profeta quien al llegar a la costa atlántica se metió al mar con su caballo y proclamó ante Dios que no era posible conquistar más tierra
El nombre de Marruecos en árabe es “al Magrib”, “El Occidente”. En efecto, es el lugar más occidental del mundo musulmán. Durante muchos siglos allí se acababa la tierra. En nombre Marruecos parece provenir de la palabra “Marrakech” , en algún momento capital del sultanato y que en berber quiere decir “Tierra de Dios”.
Sus fronteras son el Mediterráneo, el Atlántico, las cordilleras orientales y el desierto del Sahara.
Los principales idiomas son el árabe y el tamazih.
Las cordilleras del Rift y del Atlas le permitieron vivir y desarrollarse con una gran autonomía de Bagdad. Fue parte de Al- Andalus y sus momentos de mayor poderío los vivió con los almohades y los almorávides, bereberes que emergieron de las profundidades del desierto y conquistaron su mundo.
La influencia del imperio otomano llegó hasta Argelia y Túnez . Marruecos nunca fue sometido.
Su cercanía con Europa, sólo unas cuantas millas marinas lo separan de las costas españolas, lo hizo el puente obligado para el tránsito de mercancías, de idea y de aspiraciones.
Cuando fueron derrotados los sofisticados reinos musulmanes en la península ibérica, el exilio natural fue en tierras del Magreb. También el exilio de las comunidades judías se produjo por el estrecho de Gibraltar y Marruecos junto con el mundo musulmán fueron recipientes de la cultura sefaradí.
Cerca del 40 por ciento de las palabras del idioma español provienen del árabe. No obstante, en México poco o nada reconocemos la herencia de la cultura árabe. Esta influencia nos llegó a través de los españoles. La conquista de Granada por Isabel y Fernando (tanto monta monta tanto Isabel como Fernando), está íntimamente ligada a la persecución y huida de los musulmanes de Al-Andalus y a la expulsión de los judíos. Hay información suficiente para suponer que una ruta de escape para ambas comunidades fueron las tierras recién encontradas en el occidente.
Que no sorprenda a ningún mexicano si al visitar Fez, se encuentra con mayólica que podrá confundir con la talavera de Puebla. De hecho el origen de la talavera es precisamente Marruecos matizada con la gracia andalucí. La orfebrería, la talabartería, la talla y policromía en madera, la alfarería, la tapicería y textiles son artes que se complementan y contribuyen al carácter único de este rincón africano.
Especial mención merece la gastronomía. Verdadera aventura para el paladar más exigente.
Las ciudades imperiales, Marrakech, Meknés, Fez y Rabat evocan el esplendor del Islam occidental y el poderío de sus dinastías. En ellas se manifiestan la arquitectura, la música, la poesía de la lengua y la exquisitez del arte islámico: figuras geométricas, vegetales y caligrafías que hacen de sus mezquitas y madrasas (escuelas coránicas), lugares de reflexión sobre el pasado y el futuro.
Es en esos lugares donde se preserva la cultura que los viajantes mexicanos pueden reconocer a Marruecos y al mundo islámico como otra de las raíces profundas de su origen y su cultura. “Allahu Akbar”.
Marruecos, al igual que el resto de África y del Medio Oriente, sufrieron el despiadado colonialismo europeo cuyas consecuencias se siguen resintiendo en la vida cotidiana y en la conciencia de todos sus habitantes.
Alcanzó la independencia de Francia y España en 1956. En este caso el líder del pueblo marroquí que lo guió fue el Sultán Mohammed V, quien fuera conocido como Rey a partir de la liberación de Marruecos.
Atrás de toda esta magnificencia hay un pueblo contemporáneo que enfrenta problemas propios de aquellos que buscan fórmulas para salir de la pobreza e incorporarse a las corrientes del mundo actual.
Su dilema de modernización lo comparte con todo el mundo musulmán: se imitan las formas y se asumen los valores de occidente, entendido aquí como Europa y Estados Unidos, o bien se busca en el Islam los caminos que conduzcan a una vida mejor para todos.
Marruecos es una Monarquía constitucional. No obstante el Rey mantiene el título de “Comandante de los Creyentes” que tiene un significado exclusivamente religioso. Mohammed VI pertenece a una dinastía que se mantiene en el poder desde el Siglo XVII. Es una dinastía “cherifiana”, es decir invoca su pertenencia a la familia del Profeta.
No obstante poseer pocos recursos naturales, se encuentran fosfatos principalmente, su situación geográfica estratégica le permite aspirar a jugar un papel activo en el intercambio de mercancías entre África y Europa y convertirse en ámbito propicio para la producción de bienes que pueden dirigirse a los mercados europeos, africanos, medio orientales y asiáticos. En este sentido ya se ven avances en la infraestructura de puertos y carreteras. Ciertamente el turismo es, hoy en día, una de las principales fuentes de ingreso.
Finalmente, resulta importante evocar brevemente los efectos de la “primavera árabe” en Marruecos. En 2011 se redactó una nueva Constitución en la que se reducen los poderes del Rey y se aumentan los del gobierno. En este contexto se celebraron, en el último trimestre de 2011, elecciones para elegir un nuevo Parlamento. El Partido de la Justicia y el Desarrollo (islamista moderado) ganó confortablemente la mayoría. Giro estratégico que enfrenta a Marruecos a su dilema histórico.
En todo caso, si el presidente Bush pretendía imponer su democracia de Marruecos a Pakistán, las voces de los pueblos de África del Norte y del Medio Oriente indican que el camino que buscan está en el Islam. Túnez, Egipto, Libia y Marruecos comprueban, por ahora, que han elegido este camino.
¡Buen viaje!